Uno de los sitios más espectaculares en La Habana, es el capitolio. Un edificio majestuoso que se levanta en la entre las calles Prado, Dragones, Industria y San José. Es un edificio construido en 1929 en La Habana (Cuba) bajo la dirección del arquitecto Eugenio Raynieri Piedra, por encargo del entonces presidente cubano Gerardo Machado. El edificio estaría destinado a albergar y ser sede de las dos cámaras del Congreso o cuerpo legislativo de la República de Cuba. Inspirado en el Panteón de París, San Pedro de Roma y en el Capitolio de los Estados Unidos, el edificio presenta una fachada acolumnada neoclásica y una cúpula que alcanza los 91,73 m de altura.

Es el origen kilométrico de la red de carreteras cubanas, y después del triunfo de la Revolución, cuando fue disuelto el Congreso, fue transformado en la sede del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente y de la Academia de Ciencias de Cuba. Desde 2010 se encuentra sometido a un proceso de restauración capital para devolverle sus funciones primigenias y que vuelva a ser la sede del parlamento cubano.
Abierto al público, es uno de los centros turísticos más visitados de la ciudad, habiéndose convertido en uno de los iconos arquitectónicos de La Habana,3 4 5 y es considerado habitualmente el edificio más imponente de la ciudad.6 Asimismo, aparece nombrado por algunos expertos como uno de los seis palacios de mayor relevancia a nivel mundial.7
Los elementos decorativos y ambientación de los espacios del Capitolio constituyen un complemento destacado de las soluciones arquitectónicas del edificio. Los elementos componentes del mobiliario, la lamparería, y los herrajes de la carpintería entre otros, cuentan con diseños propios y con monogramas particulares para este edificio. La prestigiosa empresa Waring & Gilow Ltd. radicada en Londres y especializada en decoración y ornamentación tanto en interiores como exteriores fue la encargada de ejecutar toda la ambientación general del proyecto, y constituye uno de los aspectos más destacados de su interiorismo.
De modo particular se encargó a diferentes empresas el diseño y elaboración de elementos, como los herrajes de bronce a The Yale & Towne Mfg. Co. de Stanford, Connecticut; la Societe Anonime Bague y la Saunier Frisquet de París tuvieron a su cargo la lamparería; las casas Fratelli Remuzzi de Italia y Grasyma de Alemania todos los trabajos en mármol, basalto, pórfido, granito y onix, y los trabajos de herrería y fundición, como barandas, rejas, escaleras de caracol y faroles de los jardines fueron ejecutados por el establecimiento de los señores Guabeca y Ucelay cuyo taller se localizaba en Luyanó.
Además de esto debe añadirse la incorporación de una gran cantidad de obras artísticas consistentes en tallas de paneles escultóricos y bajorrelieves en piedras y mármol que se encuentran incorporados en las fachadas del edificio y en algunos espacios interiores, realizados notables artistas nacionales entre los que se encuentran Juan José Sicre, Alberto Sabas y Esteban Betancourt; e internacionales, como Drouker, Remuzzi, Casaubon, Fidele, Lozano y Struyf, entre otros.
Algo similar ocurre con las tallas de las grandes puertas monumentales que incorporan conjuntos y escenas diversas, y con las tribunas, estrados y mesas con elaborados trabajos de ebanistería y tallado. También es destacable la presencia de pinturas murales y lienzos que decoran muchos ambientes particulares que incluyen obras de maestros como Leopoldo Romañach, Armando Menocal, Enrique García Cabrera y Manuel Vega entre otros. Tapizados, cortinajes, lucernarios y vitrales, esculturas, bustos de mármol y bronce formaban parte de toda esta parafernalia decorativa que correspondía con el gusto y el momento en que fue concebido el edificio.
El Capitolio de La Habana fue inaugurado el 20 de mayo de 1929 (Día de la Independencia), con un costo total de casi diecisiete millones de pesos, lo que equivalía a la misma cantidad de dólares de la época. Su construcción se produjo en un periodo de gran recesión económica mundial, que provocaría al siguiente año la crisis conocida como el crack de 1929, por lo que el gobierno de Gerardo Machado fue acusado de permanecer ajeno a la realidad social que vivía el país.

Como cualquier edificio de estas características, su utilización varió en función de la situación política y social del país. En el caso del Capitolio, al modificarse la organización política de Cuba y no ser requerido su uso con el fin con el que fue construido fue destinado a otras instituciones. El Capitolio de La Habana ocupa su lugar en la historia como sede de la Asamblea Constituyente que en 1940 promulgó la famosa Constitución. Más tarde, al triunfar la Revolución cubana de 1959, el nuevo gobierno revolucionario lo transformó en la sede de la Academia de Ciencias y del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.
Con el paso de los años, las zonas más afectadas por los agentes climáticos han sido las zonas ajardinadas, que son las más deterioradas del conjunto. Sus jardines exteriores han sufrido cierto deterioro debido a la poca inversión estatal en las últimas décadas y a que es una zona altamente transitada. La estructura arquitectónica, debido a su sólida y resistente construcción, se mantiene en un buen estado de conservación, habiendo sido sometida en los últimos años a varios procesos de restauración para preservar su apariencia original.
Acorde con los nuevos tiempos, el edificio del Capitolio de la Habana sufrió un proceso de renovación con el fin de implementar su uso turístico y a menudo son programados encuentros, exposiciones, actos solemnes y actividades unidas a la difusión de la herencia histórica y arquitectónica del edificio.
El Capitolio Nacional de La Habana constituye uno de los símbolos más notables de la ciudad, equiparable al Castillo del Morro, la Catedral de La Habana y la imagen del perfil arquitectónico del Malecón habanero. Aparece nombrado por algunos expertos como uno de los seis palacios de mayor relevancia a nivel mundial.
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Fuente: Wikipedia
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