En el seno de la Sierra del Rosario, Soroa es un paraíso natural donde el verdor de las montañas rodea por completo al visitante. A solo una hora en taxi desde La Habana, es un sitio ideal para disfrutar del campo, las montañas y caminar al aire libre. La principal vía de acceso es la autopista de Pinar del Río, desde la cual se toma un desvío hacia las lomas al llegar al municipio de Candelaria, actual provincia de Artemisa.
¿Qué hay para ver?
El Orquideario
Este hermoso jardín, construido en la ladera norte de la loma El Fuerte, se eleva a unos 300 m sobre el nivel del mar. Pleno de vegetación, las condiciones climáticas del lugar son ideales para el cultivo de las orquídeas. Esto ha favorecido que la institución salvaguarde numerosas especies de estas exóticas y bellas flores, tanto foráneas como naturales de la Isla.
El visitante puede apreciar desde especies comunes en muchos jardines cubanos, hasta otras cuya especial delicadeza las convierte en joyas preciadas del Orquideario. La variedad exquisita de formas y colores hacen del recorrido una experiencia inolvidable. A esto se suma además el diseño del lugar, en forma de terrazas, surcadas por innumerables senderos y escaleras de piedra que se adentran en la vegetación. No solo pueden observarse orquídeas, sino también otros tipos de plantas; que se disputan cada porción de suelo disponible. Además, la presencia de insectos, aves y pequeños reptiles completa el conjunto, creando una grata impresión de exuberancia y vitalidad.
El Castillo de las Nubes
Una vez culminada la visita al Orquideario, se puede continuar la ascensión de la loma El Fuerte para llegar hasta la cima, donde está enclavado el Castillo de las Nubes. En otro tiempo fue una casa de descanso, construida por su antiguo propietario siguiendo una mezcla de estilos arquitectónicos y cierto aire de castillo medieval. Actualmente convertida en restaurante, sus terrazas ofrecen una magnífica vista de la llanura meridional.
El Mogote
Después de descender la loma El Fuerte, de regreso al centro de Soroa, una aventura más silvestre espera a quienes no se dejan amilanar por las alturas. Se trata de la ascensión de la loma conocida como El Mogote. El sendero que conduce a la cima es largo y no está pavimentado, por lo cual un calzado cómodo es fundamental para recorrerlo. No obstante, es de dificultad moderada, con puntos de descanso que lo hacen asequible para la mayoría de las personas. Se puede recorrer calmadamente en una hora.
El camino bordea la loma en una espiral, que culmina en un último tramo provisto de escalones de piedra para acceder a la cima. La altura impresionante de los árboles y el aire puro son un verdadero deleite. Durante todo el trayecto se podrán escuchar numerosas aves en el silencio del bosque. Con un poco de suerte se podrán observar algunas, como el tocororo, nuestra ave nacional, que combina el blanco, el rojo y el azul de la bandera cubana; la cartacuba, de vistosos colores rojo, verde y blanco; los zunzuncitos, nuestros pequeños colibríes; el arriero, de porte más grande; el carpintero real, que suele horadar con su pico los troncos y ramas en busca de larvas; entre otras.





Y, al final del camino, se puede disfrutar de la vista más espectacular de Soroa. Desde el mirador de la cima de El Mogote no solo se observa en toda su amplitud la llanura sur, que se funde con el Mar Caribe en el horizonte; sino también la impresionante sucesión de las lomas de la Sierra del Rosario. Es una excelente ocasión para los que gustan de la fotografía paisajística, sobre todo en días de cielo azul y despejado.
El Salto
Al pie de El Mogote discurre el arroyo Manantiales, cuyas aguas cristalinas fluyen cuesta abajo y se despeñan en un salto de 22 metros de altura. El salto es de carácter estacional, pues su caudal se reduce a un delgado chorro durante los meses de seca. Pero en los meses de verano, durante la estación de lluvias, se transforma en un torrente poderoso cuya caída ensordecedora se puede escuchar desde lejos.
Independientemente del caudal del salto, las piscinas naturales debajo del mismo siempre están llenas de agua fresca y cristalina, ideal para refrescarse después de haber subido tantas cuestas. Además, siguiendo el curso del arroyo, hay un sendero que lleva a un conjunto de piscinas más amplias y con caídas menores. Este se conoce como El Avioncito y es muy popular entre los lugareños.
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